Los desafíos del "Programa 4 a 7" para aumentar el trabajo femenino en Chile
Un estudio UC publicado en el Journal of Development Economics sugiere ampliar la cobertura del año escolar al año completo, sin excepción de las vacaciones de invierno o verano, en donde se suspende esta iniciativa impidiendo que las mujeres aspiren a un trabajo de carrera. Claudia Martínez, académica del Instituto de Economía UC y afiliada del centro de investigación J-PAL, evaluó el impacto del programa y realizó varias sugerencias para mejorarlo.
En 20 años, la tasa de participación laboral femenina en Chile sólo se ha incrementado en un 10,3%, siendo en la actualidad del 49,3%, según el Instituto Nacional Estadísticas (INE). La principal barrera existente es el cuidado de niños, enfermos y ancianos que muchas veces deben asumir las mujeres.
Como una respuesta a esta situación, en 2011 el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (Sernameg), en coordinación con el Ministerio de Educación y el JUNAEB, implementaron el "Programa 4 a 7", que ofrece el cuidado infantil a niños entre 6 a 13 años, tres horas después de que termine su horario escolar.
En 2018, esta iniciativa espera beneficiar a 11.450 niñas y niños distribuidos en 229 establecimientos educacionales de 142 comunas de las 15 regiones del país.
Cambios necesarios
A siete años de la implementación del programa, Claudia Martínez, académica del Instituto de Economía UC y afiliada del Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab (J-PAL), centro de investigación que evalúa el impacto de programas sociales para promover el diseño de políticas públicas basadas en evidencia rigurosa, enumera algunos desafíos por mejorar.
Esto tras un estudio que realizó en 2012, en conjunto con Marcela Pericará, investigadora de la Universidad Alberto Hurtado y cuyos resultados de evaluación fueron publicados en el Journal of Development Economics.
“Lo realizamos en 25 escuelas, en donde por primera vez se implementaba esta iniciativa, ahí aleatorizamos a las mamás a las que se les ofrecía el programa y a las que no. El estudio partió en marzo de 2012 y por un año se evalúo el uso de este cuidado infantil”, comentó la economista UC.
Tras este seguimiento las investigadoras notaron que muchas madres sustituyen el cuidado de sus hijos con familiares o conocidos por el programa; y un aumento en la participación de esas madres en el mercado laboral de un 5%.
“Nuestra conclusión es que el programa tiene un impacto, pero no abrumador, sino positivo, porque uno de sus requisitos es focalizarse en las mamás que están trabajando o buscando trabajo; pero en el resultado, yo quiero que participen las que no trabajan”, agregó Martínez.
Otro tema que se detectó fue que las mamás que tienen hijos en etapa preescolar tienen un problema con la diferencia de horarios.
“Nuestra hipótesis es que las mamás debemos tener el cuidado infantil de todos los niños cubiertos. A mí no me sirve si de la sala cuna el uno sale a las 19.00, si del colegio el otro sale a las 16.00, porque igual me complica para trabajar”, explicó la investigadora.
“Uno debiera pensar en una política de cuidado infantil completa, no por sectores. No solamente para niños pequeños o para niños grandes, sino que lo que uno está buscando es participación laboral”, recomendó.
Martínez destacó que uno de los principales problemas que tiene este programa es que la oferta de los cupos se hace en marzo y eso puede ser muy tarde. “Porque si una es mamá y quiere trabajar, uno tiene que tener el problema resuelto en marzo”.
A esto se suma que no existe cobertura en vacaciones, ni en invierno o verano.
“El tipo de trabajo es super limitado, es un trabajo de entrada y salida y más informal, no de jornada completa, ni de carrera, porque la mamá en el fondo tiene que renunciar en diciembre y volver a trabajar en marzo si es que ganó el cupo”, recalcó.
Otro problema que se detectó fue el traslado de los niños a los colegios asignados por comunas, ya que no todos los establecimientos cuentan con su propio “4 a 7”. Además de la tasa de inasistencia que tiene el programa, lo que “sale caro porque no es constante”.
“Hay que diseñarlo mejor porque si yo tengo 50 niños inscritos para 50 cupos es muy poco probable que todos asistan con regularidad. Entonces se debería admitir un número un poco mayor de niños, así yo tengo 50 colaciones todos los días que puedo usar”, finalizó Martínez.