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Luis Alarcón López: Galerista autónomo


Hace 20 años, este profesor de la Escuela de Arte fundó junto a su esposa Galería Metropolitana. Emplazado en Pedro Aguirre Cerda, este espacio vincula el arte contemporáneo con el contexto y la contingencia. 

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photo_camera Archivo UC

Luis Alarcón y su esposa confluyeron en varias actividades culturales, colaborando con artistas, a fines de los años 80 y principios de los 90. Entre esas, las míticas performances de Las yeguas del Apocalipsis, dúo conformado por Pedro Lemebel y Francisco Casas. Se conocieron, se enamoraron, escribieron para la Revista de Crítica Cultural de Nelly Richard y en 1993, incentivados por esta misma práctica, decidieron  comenzar  con  su  proyecto  cultural propio: Galería Metropolita o GalMet.

Ana María Saavedra y Luis –conocido como Zapallo en el circuito– son una dupla indisociable y el equipo permanente de GalMet. Él estudió Teoría e Historia del Arte y ella, Literatura. Además de sus estudios de posgrado, su quehacer académico y su activisimo cultural, decidieron dedicar su tiempo y parte del presupuesto familiar para armar con sus propias manos un galpón de 6 x 12 y 4 metros de alto, de zinc, fierro y cemento, en el patio de su casa.

Al principio creyeron que podían construir un lugar puro y crítico del circuito local, pero pronto se dieron cuenta de que era inevitable involucrarse.  «Éramos  parte  de  ese  sistema  que  queríamos criticar  y  desmontar  y  democratizar.  Pero  igual existen posibilidades de crear un camino paralelo. Es un camino bastante difícil, pero es necesario insistir en él», comenta.

El objetivo inicial era aportar al desarrollo cultural de Pedro Aguirre Cerda, en una época en que los lugares dedicados al arte contemporáneo a nivel nacional eran escasos. GalMet fue parte del movimiento en donde surgieron varios espacios independientes, pero es uno de los pocos que sigue vigente.

Su estrategia fue articular las exposiciones desde un pie forzado: tenían que conectar el arte y la comunidad. Eso proponen, hasta hoy, a los artistas y curadores que convocan. Pero la metodología se ha ido transformando y el desarrollo mismo de la galería ha sido, según su fundador, flexible, experimental y orgánico.

Así, GalMet  es  transversal,  transgeneracional. No solo se ha convertido en un semillero o plataforma; potencia carreras intermedias y da cabida a proyectos de artistas mayores que por trayectoria y edad quedan excluidos del circuito. A modo de ejemplo, el artista radicado en Francia Enrique Ramírez, quien fue uno de los expositores centrales en la última Bienal de Arte de Venecia, hizo su primera exposición individual en ella.

Entre sus próximos planes está la publicación de un libro de memorias autoeditado, que reúne estudios críticos sobre el arte local y sus seis últimos años de trabajo. «No dependemos de fondos estatales para funcionar», dice el académico. Pero se suman si vienen de proyectos externos o si han postulado para financiar «Arte, memoria e identidad», el concurso donde premian a un artista que haya desarrollado una obra que se haga cargo del contexto de la galería y también de Pedro Aguirre Cerda.

«Es  un  desafío  permanente,  24  horas  del  día. La galería es un proyecto de arte vida, pero también un espacio doméstico. La casa colectiva que combina algún tipo de emprendimiento económico para favorecer el arte. El espacio doméstico, en nuestro caso, sostiene la galería. Es una extensión de nuestra casa», asegura.

Democratizador cultural
Hace tres años, Luis se integró al equipo académico de la Escuela de Arte y dice sentirse honrado, pues allí está constantemente repensando el trabajo para perfeccionarlo cada día. Imparte los cursos «Autogestión artística», un seminario optativo, y «Artes visuales hoy», junto a Paula Salas.

Para combinar teoría y práctica, usa una metodología  aplicada,  donde  los  alumnos  tienen  que entrevistar a expertos, salir a terreno, hacer ejercicios de escritura y recibir a importantes invitados como artistas, curadores internacionales, periodistas culturales, que les cuentan a los novatos cómo entienden su ejercicio profesional.

De este modo, Luis permea los límites que separan a la escuela de la sociedad y del circuito del arte que todavía aspira a problematizar y transformar.

«Queremos  seguir  insistiendo  en  esa  política, en esa idea de democratizar la cultura, deselitizar el arte contemporáneo, de reconectar el arte y comunidad, de reconectar la academia con el mundo real e insistir un poco en que el arte puede ser un instrumento capaz de generar pensamiento y reflexión. Bien orientado, se supone que va en beneficio de pensar una transformación del modelo en el que nos movemos y del cual no estamos conformes», asegura.

Publicado en Visión UC.

 

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA
Dirección de Comunicaciones


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