Magdalena Amenábar: “Es un deber de las universidades educar en cultura”
Estrenando el nombre de la vicerrectoría que hoy lidera, la reconocida soprano y académica busca relevar las acciones culturales y artísticas de la Universidad Católica en un portal integrado: “Cultura en la UC”, y así ir más allá de la sola extensión. Analiza, además, qué sucede con la oferta y la demanda en este ámbito y qué nudos hay que desatar para que el acceso cultural sea una realidad para todos los chilenos.
Este artículo fue publicado en el número 166 de Revista Universitaria. Revisa el contido de esta edición aquí
Magdalena Amenábar Folch asumió como vicerrectora de Comunicaciones (ahora también de Extensión Cultural) de la Universidad Católica el año pasado, y a sus 30 años de docencia suma su trayectoria muy activa en la escena nacional, sobre todo en el ámbito de la música sacra y la llamada música antigua. Ha trabajado con Estudio MusicAntigua UC, ExTempore, Syntagma Musicum Usach, Calenda Maia e In Taberna, y ha fundado los conjuntos Voce Arcana, Sfera Armoniosa y Vox Hispana. Ha desplegado su versatilidad también con la Old Fashion Jazz Band, y ha diseñado la curaduría de decenas de conciertos. Su más reciente proyecto es La Boys Band, compañía teatral con la que realizó dos divertimentos musicales, "Concerto Bestiale in Fa La La" y "De la mesa a la musa", ambos con excelentes convocatorias.
La soprano es hija del compositor e ingeniero Juan Amenábar, pionero de la música electroacústica en Chile, y de Eliana Simpson, actriz, filóloga en inglés y también locutora: “Ella tuvo un programa por muchos años en la Radio Chilena y luego en la Radio de la Universidad de Chile: ‘El poeta de la semana’. En este contexto, la palabra tuvo valor y sentido desde muy chica”, reconoce.
En junio de 2020, Magdalena Amenábar debutó como locutora en Radio Beethoven, con el espacio Blanco y Negro. Al mes siguiente, comenzó como productora del microprograma “Palabras bajo la pauta”: “Para mí ha sido muy interesante esta experiencia. Dialoga con el universo de la voz y el de las palabras –comenta–. Es la oportunidad de volver a mirar mucho de lo que he interpretado en mi vida. Me permite narrar la historia de cada creación y llevar al castellano cada poema –muchas veces, ella misma los traduce–. Me preocupo de honrar lo mejor que se puede el contenido, la textura y también, si me es posible, el verso”, indica.
En sus 30 años de docencia en la UC, Magdalena Amenábar ha formado a varias generaciones en sus cátedras de Voz Cantada, Voz Hablada y Habilidades Comunicativas Orales en la Escuela de Teatro. También ha ejercido cargos de gestión: fue secretaria académica de la Facultad de Artes, defensora y miembro de la Comisión de Gracia y representante de los académicos ante el Consejo de la Facultad de Artes y el Honorable Consejo Superior de la UC.
El mismo día que asumió como vicerrectora (1 de abril de 2020), y tras cuatro meses de silencio, Radio Beethoven volvió a transmitir gracias a que la UC compró la emisora y la nueva frecuencia 97.7 del dial.
La reciente aprobación, por parte del Consejo Superior de la UC, de recuperar el anterior nombre de la vicerrectoría a cargo de Magdalena Amenábar es un símbolo importante del énfasis en la cultura que ha puesto esta institución, de manera que ahora se llama: Vicerrectoría de Comunicaciones y Extensión Cultural.
—¿Cuál es la relevancia de retomar este apellido y cuáles son las razones de fondo de este cambio?
—Esta vicerrectoría existe en nuestra institución hace 33 años y desde sus inicios ha realizado una sólida labor en las comunicaciones institucionales y en la extensión cultural. Ambas áreas se conforman con equipos muy sólidos, cuyo quehacer ha sido sostenido en el tiempo. Sin embargo, solo 17 de esos años nuestro nombre ha reflejado estos dos poderosos ejes que la conforman. Hoy, nuestra universidad se ha posicionado en su propuesta educativa y de aporte público, pero también en la cultura y las artes. Nuestro rector, en su liderazgo, ha puesto un claro acento en esta dimensión. En pocos años, se ha incrementado visiblemente la edición de libros de nuestra editorial, hemos adquirido una radio de música selecta que se expande día a día por el territorio nacional (Radio Beethoven), se ha hecho una alianza reciente con el Museo MAVI; estamos estrenando un nuevo Centro de Extensión en el seno de la comuna de Providencia, que aportará una parrilla programática conjunta al Centro de Extensión Alameda (Ver más en Extensión Cultural UC). Con todo ello se realizan además, en forma anual, nuestras temporadas de música, del Teatro UC y exposiciones patrimoniales, en un diálogo fértil con la historia y la interculturalidad, el cine y tantas otras iniciativas que se gestan de la mano de la investigación y la academia, a través de la Dirección de Artes y Cultura, de las facultades de Artes, de Letras, el Instituto de Estética y esta misma vicerrectoría como un aporte a nuestro país.
Incluso estando en pandemia, la universidad nunca se silenció en términos de la cultura y de las artes. Por ejemplo, la temporada del Instituto de Música se reinventó rápidamente y estuvo siempre presente, y puedo sumar y seguir con conversatorios, el cine y nuestras colecciones patrimoniales que siguieron funcionando.
Volver a tener una Vicerrectoría de Comunicaciones y Extensión Cultural era una necesidad.
—A su juicio, ¿cumple la Universidad Católica un rol público cultural único?
—La UC ha tenido una resonancia sostenida en el tiempo. Las primeras compañías y expresiones teatrales nacieron en el contexto de las universidades de nuestro país. El Teatro de Ensayo puso en escena grandes clásicos que hoy son historia. Ese impacto lo tuvo también Canal 13, a través del cual se hizo una labor cultural muy importante, además de lograr un Chile con conectividad. Fue claramente una señal reconocida que logró extenderse por todo el territorio nacional.
Por otra parte, hace 30 años, se inauguró el Centro de Extensión en la Alameda, instalando en el corazón de Santiago un foco de articulación entre la cultura y la academia.
Creo que la Universidad Católica ha tenido un quehacer cultural consistente y sostenido. De las nueve artes, la única que no es una carrera es la danza, aunque se enseña en la malla curricular de la Escuela de Teatro. Nuestra institución ha sido una voz en las bellas artes, en las nuevas artes y en las artes mayores. Hay ámbitos en los que ha sido señera, por ejemplo, en la música antigua y en la música contemporánea, siempre consciente de la importancia de formar en la cultura a través de estos lenguajes.
A lo anterior se suma la preparación de una nueva plataforma, que busca integrar las iniciativas culturales de la universidad en un solo lugar. “Estamos trabajando para hacer un portal que se llamará ‘Cultura en la UC’. Una vitrina que pone en diálogo la parrilla programática de nuestros centros de Extensión, incorporando las iniciativas culturales del campus Villarrica, las acciones de la Dirección de Artes y Cultura, las de las facultades de Letras y de Artes, la propia Radio Beethoven, el portal Diálogos Interculturales, el Museo de Artes Visuales (MAVI) y nuestras áreas de patrimonio. Mi sueño es lograr un espacio virtual donde las audiencias puedan encontrarse con nuestras actividades en torno a la cultura, la reflexión e investigación sobre las artes. Si tengo que ponerle fecha, tal vez 2022 podría ser un buen inicio”, revela la vicerrectora de Comunicaciones y Extensión Cultural.
"Mi sueño es lograr un espacio virtual donde las audiencias puedan encontrarse con nuestras actividades en torno a la cultura, la reflexión e investigación sobre las artes" - Magdalena Amenábar, vicerrectora de Comunicaciones y Extensión Cultural.
"Las artes han sido las grandes visionarias de los procesos sociopolíticos"
—¿Cómo vio el impacto de las crisis del estallido o revuelta social y de la pandemia en el mundo cultural?
—Las artes representativas se vieron muy afectadas con la pandemia, creo que aún más que con el estallido social. Este último cerró físicamente los teatros, pero la crisis sanitaria nos produjo un verdadero desconcierto creativo, miedo y urgencias. El no saber lo que iba a pasar mañana nos tuvo en pausa a todos por un tiempo. Nos obligó a hacer cambios de formato generando un freno cultural sin precedentes. A través de una sesión de zoom es muy complejo hacer creación colectiva. Fue muy difícil para todas las artes aunque las que mejor pudieron reaccionar fueron las de creación más solitaria, como la pintura, la escultura o algunas formas de música con instrumento solista.
—Somos testigos de cómo los creadores se adaptaron rápidamente a lo virtual con la pandemia. Antes, con el estallido social, cuando se cerraron los espacios, hubo una ebullición cultural: la fachada del GAM se convirtió en un museo abierto y músicos autoconvocados interpretaron decenas de Réquiem de Mozart al aire libre. ¿Cómo ve esa persistencia de la cultura y el arte?
—Veo varios aspectos en esto. Desde que el tiempo es tiempo, las artes han sido las grandes visionarias de los procesos sociopolíticos. Hace diez años se estrenó una película con Jude Law, "Contagio", que narra de manera exacta lo que nos pasó con la pandemia, y Mozart también se adelantó a su época cuando instaló en sus óperas temas respecto de la abolición de algunos derechos instalados en su tiempo.
Los artistas están permanentemente reflexionando sobre los símbolos de la sociedad. Inequívocamente, los momentos de crisis arrojan los nudos dramáticos perfectos para inspirar a quienes están creando. Las expresiones de carácter artístico-cultural son espejos de la sociedad, y siempre han dado cuenta de su tiempo.
—¿Qué piensa de que se les haya asignado un rol sanador a la cultura y las artes en las crisis del estallido-revuelta y de la pandemia?
—Ya que las artes son un reflejo de lo que narra la sociedad, a través de ellas se pueden comprender códigos que no se entenderían de otra manera. Son, además, un hecho que se expresa en forma muy horizontal. En el teatro, por ejemplo, el tramoya, el iluminador, el vestuarista, el director, los protagonistas son idénticamente necesarios en el momento en que se dice “acción”. Sería perfecto vivir en una sociedad orquestada en la lógica perfecta de la armonía, en el que cada uno ejerce desde donde mejor sabe hacerlo.
El desarrollo cultural parte con la educación
—En los últimos 15 años, el Estado ha construido más de 40 centros culturales y numerosos teatros municipales y regionales. Sin embargo, la programación no siempre es permanente y algunos espacios solo apuestan por éxitos de taquilla. ¿Cómo ve este desacople entre infraestructura y programación cultural?
—Incentivar la creación de centros donde se desarrolle la cultura es siempre positivo. El problema es cautivar audiencias. La cultura históricamente no ha sido prioridad en nuestro país. No está instalada en la educación de los chilenos. Si no hay una educación orientada al desarrollo y consumo de las artes, no bastan las puras estructuras para ello. Se produce un círculo vicioso. Muchos de estos teatros se alimentan de fondos municipales o ministeriales que no son asignados como flujo continuo.
Para los municipios hay muchas prioridades que compiten con el desarrollo de la cultura. Afortunadamente, hay algunos teatros regionales que han realizado iniciativas muy interesantes que les permiten sobrevivir, por ejemplo, el Teatro del Lago. Pero no es fácil.
—Este tema, ¿le interesa como artista o porque cree que ese trabajo se puede hacer a nivel universitario?
—Cuando se ha sido intérprete, uno comprende profundamente la dificultad de la gestión cultural. En lo personal, he sido impulsora creo que del 80% del quehacer de los conjuntos que he dirigido. Muchas personas hemos hecho camino al andar, pero, en rigor, un artista no siempre es un gestor o un experto en ganar fondos. Creo que a través de las universidades podemos generar un soporte para brindar continuidad en la entrega de buenos contenidos para la ciudadanía.
A veces, quienes administran teatros o centros culturales deben asumir transacciones. Nunca olvidaré una vez que postulé a una temporada con uno de mis conjuntos y me dijeron: “Nos interesa mucho, pero necesitaríamos que en tu grupo haya un rostro televisivo...”. Bajo esta lógica de consumo masivo, ¿cómo crece un conjunto? Pero las universidades podemos hacer apuestas porque estamos enmarcadas en un proyecto educativo. Es un deber de las universidades educar en cultura, porque este hecho forma mejores personas.
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