Mirar hacia el suelo para construir el desarrollo
En Chile, el MOP es la principal entidad encargada de decidir e implementar los proyectos de infraestructura ¿Qué factores pesan a la hora de optar por uno u otro proyecto? ¿Cómo incorporar tecnología? ¿Cómo involucrar a las comunidades? Son preguntas que responden académicos y autoridades en la materia, en el presente artículo publicado en la última Revista Universitaria Autopista hacia el futuro".
El recurso más importante de una ciudad es el suelo. ¿Quiénes viven en él y cómo les afectan los proyectos que sobre él se construyen? Los actores vinculados al desarrollo de la infraestructura en Chile parten desde esta afirmación y articulan sus argumentos sobre la pregunta que se despliega. Los puntos de vista se ramifican en opiniones sobre los países a los que debiera mirar el nuestro; la importancia de estimular las alternativas frente a la movilidad automotriz; o ampliar la mirada a la rentabilidad ambiental, entre otros desafíos que abordan exautoridades –todos miembros del Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI)– y académicos de Ingeniería, Arquitectura y Geografía.
A la hora de definir los proyectos, frente a la conocida realidad de recursos escasos y necesidades ilimitadas, la exministra del MOP (2010), Loreto Silva –quien hoy trabaja en el estudio Bofill Escobar Silva–, manifiesta que lo más importante es establecer los criterios de necesidad de la obra, los recursos y el soporte. Esto se realiza en función de “la evaluación social, base que permite determinar qué proyecto es más importante”. Al mismo tiempo, “ya no se pueden desarrollar obras emblemáticas sin tener un acuerdo previo con las comunidades”. Pero no existen organismos de la sociedad civil o instituciones públicas que velen por la participación permanente de forma vinculante.
Ha sido quizás la evaluación del impacto ambiental uno de los instrumentos más utilizados para medir el efecto de los proyectos en algún nivel de sintonía con las comunidades. Al respecto, el exministro de la misma cartera (2006), Alberto Undurraga, nombra además al Consejo de Sociedad Civil (Cosoc).
Este organismo existe en cada ministerio y enfatiza en la necesidad de extender como buena práctica la planificación a largo plazo. Hay que plantear las preguntas en el orden correcto: “qué país queremos, qué necesitamos y cómo lo financiamos”.
Por su parte, el extitular del MOP (2000), Carlos Cruz, afirma que vale la pena pensar en todos los actores involucrados en este tema. “El desarrollo del país no solo es responsabilidad de los que gobiernan, sino de todos”. Para ello, asegura, es necesario al menos diseñar sistemas de participación ciudadana temprana, pues “no hay nada más invasivo y que cambie con mayor radicalidad la geografía de una localidad que un proyecto de infraestructura vial”.
Geografía vial
La infraestructura afecta la geografía, pero quienes se dedican a esta disciplina no suelen estar involucrados en comisiones y menos en la toma de decisiones al respecto. Así, el académico del Instituto de Geografía UC, Rafael Sánchez, señala que falta considerar las diferencias regionales al decidir por parte del MOP. Y, a la vez, determinar a qué necesidades se les dará prioridad en un contexto donde rentabilidad social y económica pueden estar desbalanceados. Muchas veces, asegura, “se les da prioridad a los criterios productivos y, por ejemplo, en vez de proporcionar las condiciones para dotar de agua potable a una comunidad, se opta por regadío agrícola”. Esto, manifiesta, ha dejado a localidades rurales no concentradas fuera de la prioridad. “El MOP atiende grandes ciudades, pero la población más dispersa se deja de lado”. Sin embargo, para Sánchez surge otro punto relevante en la discusión.
“Nadie piensa en la rentabilidad ambiental”, afirma el académico, quien aboga por proyectos que puedan adaptarse a las condiciones climáticas de los sitios donde se instalan. En Chile, ilustra, se privilegia la eficiencia, mientras que en países como Suecia, Noruega o Alemania ocurre que, “si hay tránsito de animales, la carretera se eleva, no sigue una línea recta. Podemos preguntarnos ¿Cómo este proyecto me podría ayudar generar infiltración de agua en un ecosistema o evitar el deterioro de los suelos?”.
Así, agrega, es fundamental que “la infraestructura que se hace en Chile sea más flexible, porque las condiciones son variables. No sabemos cómo va a ser el cambio climático. Este tema se debe proyectar al futuro. A la vez, las obras deben ser resilientes, es decir, capaces de autosustentarse”. Esa proyección, desde el punto de vista de académicos y extitulares del MOP, es fundamental al momento de pensar un proyecto a largo plazo.