Pilar Vergara, directora y líder en La Segunda

María del Pilar Vergara Tagle (1947-) estuvo ligada a los medios de comunicación desde chica. Su padre, Ruperto Vergara, era publicista y dueño de varias radios y ya en el colegio, ella se dio cuenta de su afición por las letras: en los veranos escribía los ensayos de sus compañeras para cambiarlos por las tareas de alemán.

A pesar de tener más de un 6,5 de promedio y habilidad para escribir, no le fue tan bien en el Bachillerato. El bajo puntaje puso en peligro su vocación y su carrera, y tuvo que dar un examen ante el director de Periodismo de esa época, Patricio Prieto, que por suerte aprobó. A la escuela entró con su mejor amiga, la ex decana de la Facultad de Comunicaciones UC Silvia Pellegrini.

En 1967 partió como periodista y animadora en el programa cultural de Canal 13 “Cinco octavos”. Tres años después comienza a colaborar en las revistas “Desfile”, una publicación política y “Eva”, una revista femenina. Después estuvo a cargo del espacio “Magazine” en el programa “Pasado meridiano” de la misma estación.

Arribó a El Mercurio como periodista de “Espectáculos”. Llegó a ser editora de la sección. En 1976 creó el suplemento “Wikén”, revista con panoramas para el fin de semana, entrevistas, cartelera de teatro, televisión y farándula, inspirada por la sección “Weekend” de The New York Times. Además, fue redactora de reportajes especiales y editora del cuerpo D.

En 1981, Cristián Zegers, subdirector de El Mercurio, quiso refundar La Segunda y convertirlo en el primer y principal diario político del país. Para lograrlo eligió a Pilar como jefa de informaciones y al poco andar la ascendió a editora de servicios informativos. La prisa del cierre de un diario de circulación vespertina nunca impidió que ella mantuviera la calma o estuviera impecablemente arreglada con su look ejecutivo.

Su jefe y mentor fue nombrado director de El Mercurio en 2006 y ella asumió su lugar. Al dirigir La Segunda, Pilar se convirtió en la segunda mujer en comandar un diario en Chile. Su predecesora fue la emblemática Silvia Pinto, quien estuvo a cargo del diario El cronista, que en 1975 reemplazó a La Nación. Estuvo al mando hasta 2011, siendo una de las piezas claves dentro de la consolidación del medio.

Su carrera profesional la ha hecho ganar de numerosos premios como el Helena Rubinstein (1980), Avon (1984), Lenka Franulic (1988) y el Embotelladora Andina (1991). El corolario de estos logros fue el Nacional de Periodismo en (1993), donde sucedió a Raquel Correa.

Paralelamente a su intenso ejercicio periodístico, durante varios semestres dictó el ramo Técnicas Periodísticas en la universidad. Muchos de sus alumnos, que aprendieron de ella que el periodismo es, por, sobre todo, una actividad de servicio público, han pasado por la sala de redacción y las jefaturas del diario al que ella dedicó 30 años de trabajo.

Ese principio fue rector de su quehacer profesional. “El periodismo que se compromete con el servicio a la opinión pública es el que vale la pena… el que justifica las incomprensiones y sacrificios que muchas veces trae, y el que, la más de las veces, da inmensas gratificaciones, cuando se percibe que, gracias a la información que tú has dado, la realidad que tú has informado, las personas toman sus decisiones libremente”, declaró en una columna de 1988.