Por un borde costero más sostenible
Una investigación innovadora, que promueve conceptos como “plataformas de aprendizaje” y “co-producción” de conocimiento, en un trabajo mancomunado con las comunidades para recuperar el equilibrio entre el ecosistema y el ser humano, es lo que busca el nuevo Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera, liderado por la UC.
Procurar un desarrollo sostenible en el borde costero, manteniendo un equilibrio entre el cuidado de los ecosistemas y las actividades económicas, como pesca y turismo, es el objetivo del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS), adjudicado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) en diciembre pasado. (Ver nota)
“Esta es una labor que llevamos avanzada desde hace ya varios años, de integrar las ciencias naturales con las ciencias sociales. Esto, a través de un trabajo transdisciplinario, que busca abordar la investigación de manera distinta, tratando de entender cuáles son las preguntas relevantes para el otro, en una relación de respeto con las otras disciplinas. Y también incorporando otros tipos de conocimientos, como los saberes de las comunidades, pueblos originarios o de la institucionalidad”, afirma el director del Instituto SECOS, el académico de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica Stefan Gelcich, quien ha desarrollado un trabajo de larga data con pescadores.
“Queremos generar cambios globales en el territorio costero. Es una oportunidad para la costa de Chile transformarse de manera sostenible”, agrega una de las investigadores principales del Instituto, la académica del Instituto de Geografía Carolina Martínez.
“Esta es una labor que llevamos avanzada desde hace ya varios años, de integrar las ciencias naturales con las ciencias sociales (...) tratando de entender cuáles son las preguntas relevantes para el otro, en una relación de respeto con las otras disciplinas"- Stefan Gelcich, académico de Ciencias Biológicas UC.
Aprender en el territorio
Un aspecto innovador de SECOS es que en vez de organizarse en líneas de investigación, lo hace en torno a sistemas socio-ecológicos, donde se considera a las personas y el entorno. Se definieron tres: Pesca Artesanal, Acuicultura de Moluscos y Desarrollo Costero.
Dentro de cada uno, están lo que ellos llaman las “plataformas de aprendizaje”, una especie de experiencias “piloto”, en que se intentará definir y responder las preguntas de investigación en determinados territorios, en conjunto con sus comunidades, “en donde todos aprendemos”, añade Stefan Gelcic. Y además, es una manera efectiva de descentralizar el conocimiento.
”Esta forma de organizar el trabajo es muy innovadora porque nos permite retroalimentarnos con lo que necesitan las comunidades. Por ejemplo, los grupos de mujeres algueras, que han sido invisibilizadas en la actualidad; cómo hacer conservación con los pescadores artesanales; o trabajar con comunidades indígenas”, agrega la académica del Instituto de Geografía Carolina Martínez, quien coordina el sistema de Desarrollo Costero.
Estas plataformas se distribuyen desde Coquimbo, donde se encuentra el cultivo de los ostiones; pasando por la región de Valparaíso y el Golfo de Arauco en la región del Biobío, con las comunidades de pesca artesanales y fuerte desarrollo en turismo e industria; hasta Chiloé, donde se localizan los cultivos de choritos. “De esta manera también se pueden acotar los temas y los contextos geográficos”, afirma Cristián Vargas, investigador de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción, quien lleva años estudiando el efecto del cambio climático en las especies marinas.
Gracias a este modelo, los 12 investigadores principales y los 10 adjuntos que conforman este Instituto -además de investigadores seniors, estudiantes de pre y postgrado, postdoctorantes y equipo técnico- ponen sus conocimientos, intereses y expertises al servicio de lo que se requiera en cada uno de los sistemas, en una estructura más bien transversal y flexible.
El mismo equipo proviene de áreas, experiencias e instituciones distintas. De los investigadores principales, 8 vienen de las ciencias naturales y 4 de las ciencias sociales; son hombres y mujeres en igual proporción; el 45% viven en Santiago y el 55% lo hace en regiones; y en total, provienen de 7 universidades distintas.
Conocimiento: una construcción conjunta
La co-producción de conocimiento es uno de los conceptos clave de SECOS. Entendido desde la generación de preguntas hasta el desarrollo de iniciativas en conjunto con otros actores sociales, como las comunidades y tomadores de decisión.
“En el Derecho romano antiguo, la costa se veía como un espacio participativo, con bienes de uso público, por lo que las decisiones pasaban por las comuniadades, que es una visión que se ha perdido. Se necesita volver al equilibrio entre el ser humano y el ecosistema”, afirma Carolina Martínez, quien también es la directora del Observatorio de la Costa.
En otras palabras, se trata de generar conocimiento considerando los territorios, sus necesidades y problemáticas, así como los distintos saberes; se busca lograr objetivos conjuntos y en interacción constante entre los distintos participantes. Un ejemplo de co-creación entre academia, comunidades y fomadores de decisión fue la Ley de Humedales, aprobada recientemente.
Como afirma la directora alterna del Instituto, la académica experta en genómica marina y adaptación de la Universidad Católica del Norte Pilar Haye: “Aquí la clave es entender al otro, la comunidad es un actor principal, involucrándose desde la co-producción des preguntas científicas a soluciones innovadoras”.
“Queremos demostrar que el trabajo con las comunidades no es solo de extensión, también puede ser de investigación conjunta”, afirma Stefan Gelcich.“Este Instituto trabaja muy de cerca con las personas, interactuando con muchos actores, desde las propias comunidades hasta los tomadores de decisión”, agrega Cristián Vargas.
"Se necesita volver al equilibrio entre el ser humano y el ecosistema” - Carolina Martínez, académica de Geografía UC.
Una mirada integral
Integrar las humanidades como parte del proceso de investigación, es otra de las innovaciones del Instituto SECOS.
Como explica Pilar Haye, el arte permite llevar el conocimiento científico de manera más comprensible y llamativa a las comunidades. Así como también llegar a distintos grupos: artesanos y artistas contemporáneos, profesores, comunicadores y con la comunidad en general.
“Entendemos el arte y las humanidades no solo como vinculación con el medio, sino integrados en la investigación. Utilizar sus herramientas para entender cómo la sociedad se relaciona con su entorno”, enfatiza Stefan Gelcich.
“La cultura, el arte y humanidades son partes importantes del conocimiento, lo raro en realidad es dejarlos fuera de la investigación científica”, afirma la bióloga Fernanda Oyarzún, investigadora de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, quien se ha dedicado a vincular ciencia y arte a lo largo de su trayectoria. “Es una forma más integral de entender el mundo, todo está conectado”, agrega.
Para la investigadora, las actividades de outreach o divulgación científica son una “puerta de entrada” para llegar a las comunidades y hacerse preguntas desde la otra vereda. Algo que solo se logra, en sus propias palabras, “pasando tiempo juntos, a través de una relación humana, que permita generar confianzas”. “Es entrar a los temas científicos por “la puerta de atrás”, lidiar con los datos con un sentido humano”, agrega.
Asimismo se han planificado algunas iniciativas, como la realización de murales en las comunidades de Tongoy en la región de Coquimbo, Coliumo en la región de Biobío, y caleta El Manzano y Hornopirén en la región de Los Lagos. También, un curso de ilustración científica en la zona central y trabajar en conjunto con artistas locales.
Aporte país
La situación actual en el borde costero es crítica. Como comenta Carolina Martínez: “Estamos muy al debe en lo que se refiere a la zona costera. Tenemos escasez hídrica, erosión, contaminación, sobre-explotación, marejadas, estamos perdiendo una gran cantidad de playas y el nivel del mar está aumentando”.
Es por esto que todos los esfuerzos que se realicen ahora para hacer más sostenible la costa serán críticos para el futuro. “Tenemos una motivación tremenda para lograr una transformación de la costa, pero tiene que ser un objetivo común: un trabajo mancomunidad entre la academia y la comunidad”, agrega la académica.
Como agrega Pilar Haye, uno de los desafíos es consolidar el Instituto para que pueda seguir aportando más allá de una década: “A diez años, me imagino un Instituto que, por un lado, se pueda autosustentar y continuar con su labor; y por otro, entregando aportes innovadores, con una amplia red de colaboraciones nacionales e internacionales”.
“Al interior de la universidad, nos gustaría introducir métricas e indicadores, para que la investigación interdisciplinaria y la co-producción de conocimiento sean consideradas como una labor más de los académicos, y no como algo extra”, añade Stefan Gelcich y concluye: “La meta es la sostenibilidad para las zonas costeras. Generar proyectos de escala intermedia, que se puedan testear y escalar. Generar un impacto en las políticas públicas, la co-producción de conocimiento también es importante en el Estado. En definitiva, pensar para dónde va el trabajo científico”.