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Proyecto MAUCO estudia las enfermedades crónicas en cerca de 10 mil habitantes de la comuna de Molina


A través de un proyecto Fondap, investigadores de la Universidad Católica y de la Universidad de Chile, en colaboración con la Universidad Católica del Maule,  estudiarán  durante 10 años  enfermedades que tienen gran prevalencia en el país. 

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photo_camera Archivo UC

La localidad de Framingham se encuentra en Massachusetts, Estados Unidos, donde en 1948 Thomas Royle realizó un estudio de riesgo cardiovascular de seguimiento por cerca de 20 años. Los criterios diagnósticos para el control saludable obtenidos en esta muestra han sido una útil referencia mundial para evaluar el impacto sanitario de poblaciones similares y los alcances de algunas enfermedades por generaciones hasta la actualidad.

Sobre la base de este ejemplo,  es que un grupo de investigadores  liderados por académicos de la Universidad Católica y de la Universidad de Chile, en colaboración con la Universidad Católica del Maule, han logrado levantar la iniciativa del proyecto Mauco, un estudio de cohorte de enfermedades crónicas, que recoge datos de cerca de diez mil habitantes de la comuna de Molina en la VII Región de Chile.

A través de un proyecto Fondap, la idea fue reunir en un mismo centro de estudios a investigadores de distintas disciplinas y experiencias con el propósito de formar un  centro  generador de conocimiento y formador de recursos humanos y que tenga un impacto real.

“El Gobierno planteó el tema “enfermedades crónicas del adulto para el siglo XXI”, y nosotros propusimos abordarlo con múltiples miradas y con las mayores fortalezas que tenemos en el país”, explica la doctora  Catterina Ferreccio,  directora de Mauco, y académica del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina UC. También  enfatizó que esta investigación logró asegurar financiamiento por diez años.

El Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas (ACCDIS), por su sigla en inglés) además de ser una entidad formadora de recursos humanos, abrirá las puertas para que investigadores que están realizando doctorados y postdoctorados logren insertarse en equipos de investigación con cierta estabilidad, como también integrar y potenciar los conocimientos.

Durante meses se reunieron a trabajar sobre los objetivos que querían lograr, y a fines de 2013 ganaron el proyecto Fondap. Durante todo este año se ha organizado el trabajo sistemático y de terreno. “El concepto de centro es que en lugar de que cada investigador postule de manera separada a un fondo para una pregunta particular, se generan preguntas complejas que se integran para la comprensión de cómo ocurren las enfermedades crónicas en nuestro medio. Este trabajo conjunto sobre el mismo tema, esperamos logre resultados de mayor impacto en la salud de la población. Era necesario armar este centro para darle más solidez y envergadura a la investigación”, añade la experta.

“Todo el año 2014 fue para el desarrollo de infraestructura, que ha sido un trabajo enorme, hemos partido de cero. Desde el lugar físico hasta el sistema de información y los principios que guiarán las colaboraciones en la cohorte, ha sido un gran trabajo físico e intelectual que prácticamente nos ha significado un año entero. Una cohorte de esta magnitud no se puede iniciar con fondos para 3 o 5 años.  Cuando me dijeron que habría financiamiento por diez años, dije, sí me interesa. Esto no se había visto nunca antes en Chile”, comenta la académica.

En la  iniciativa están participando académicos e investigadores de la Universidad Católica y de la Universidad de Chile que ya habían trabajado juntos,  como por ejemplo,  los doctores  Sergio Lavanderos y Pablo Castro en enfermedades cardiovasculares,  y  Alejandro Corvalán y Andrew Quest, en cáncer de estómago. “Ellos unieron esfuerzos para que esto funcionara, investigadores en enfermedades crónicas del más alto nivel. A mí me llamaron para acompañarlos en la iniciativa y ver la factibilidad de hacer una investigación de cohorte poblacional en enfermedades crónicas”, señala la doctora  Ferreccio.

Entonces surgió la idea de hacer un estudio prospectivo, es decir, que la población sana se estudia con exámenes físicos y análisis de laboratorio. “Queríamos ver por qué esos habitantes viviendo en el mismo lugar, comiendo las mismas cosas, unos se enferman y otros no, saber qué les ha pasado, qué exámenes tenían al principio del estudio,  examinas sus  muestras (las guardas) antes de la enfermedad para determinar si hay marcadores que puedan servir de indicadores de riesgo. También analizamos qué hizo durante la vida una persona en comparación con otra, para identificar factores de riesgo”, explica la doctora.  

El objetivo es estudiar múltiples exposiciones que van teniendo las personas a lo largo del seguimiento. Cada individuo tendrá su historia de exposición, de hábitos como el tabaquismo, dónde trabaja, de salud mental, estado físico, estado cognitivo y muestras biológicas guardadas en un biobanco. Estas evaluaciones y toma de muestras se van repitiendo en el tiempo y cada persona tendrá su historia de salud individual. Se analiza la evolución de estas mediciones y su asociación con los resultados de salud, desde deterioro cognitivo hasta enfermedades cardiovasculares, respiratorias o cánceres.

En el estudio  están trabajando más de 60 profesionales, y se están incorporando  otros en el área de kinesiología para la función motora y de  odontología para observar la relación de las enfermedades buco-dentarias con las enfermedades crónicas.

“Molina será nuestra ciudad de referencia, nos permitirá conocer las causas de las altas tasas de cáncer y enfermedades al corazón. Con nuestra cohorte queremos hacer un estudio similar a lo que fue Framingham, donde se pudo determinar por ejemplo que ciertos niveles de colesterol son seguros y no se asocian a infarto,  Ahora, en lugar de trabajar sobre la base de datos extranjeros,  vamos a determinar cuáles son los niveles seguros para nuestra población, con nuestro clima, con nuestro suelo, con nuestra alimentación, que produce ciertas enfermedades por sobre otras”, explica  Ferreccio.     

Para la experta, éste es un esfuerzo compartido, en el cual ella se ha dedicado fundamentalmente a dejar una base sólida en la cohorte para que en el futuro los investigadores puedan seguir trabajando en este seguimiento. “Yo he trabajado  en el reglamento de cómo deberán cuidarse y compartirse los datos y las muestras, para que se obtenga la mejor información científica y el mayor beneficio social de este megaproyecto.  Lo importante es asegurar la continuidad, que pueda seguir por 30 años más”, añadió.

Lo que se espera es que este estudio permita conocer los parámetros de normalidad y eso puede cambiar las políticas de prevención y control en el corto plazo, aunque mucha información valiosa se obtendrá en el  mediano y largo plazo, luego que ocurran los eventos de salud positivos y negativos, al igual que en Framingham", puntualizó la doctora Ferreccio.

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Tahía English    tahiaenglish@gmail.com  

 


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