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Psicóloga explora comportamiento moral de los niños que conviven con violencia extrema


La académica de la Universidad de Utah, Cecilia Wainryb, visitó la Escuela de Psicología UC para dar a conocer una síntesis de investigaciones realizadas en los últimos 10 años. Ha visitado diversos países del mundo, tales como Colombia y Papúa Nueva Guinea, para indagar la capacidad de discernimiento entre el bien y el mal de menores de edad que viven en contextos violentos a nivel político.

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photo_camera Archivo UC

Actualmente, en el mundo 1 billón de niños vive en países insertos en conflictos armados. La psicóloga y profesora de la Universidad de Utah, Cecilia Wainryb ha recorrido el mundo para indagar sobre cómo construyen el sentido de bien y el mal los menores que viven en contextos y situaciones complejas a nivel de violencia. Ha identificado tres modelos de apreciación problemática al respecto, los cuales dio a conocer en un coloquio sobre "¿Cómo construyen los jóvenes un sentido del bien y el mal en un mundo violento?" realizado en la Escuela de Psicología UC.

Wainryb señaló que las experiencias complejas de los niños y adolescentes no sólo están constituidas por una secuencia de acciones, sino que son una mezcla entre hechos y significados internos que se vinculan a la interacción humana. Se trata de alcanzar un nivel de comprensión  respecto de que “mis acciones hirientes se relacionan y están conectadas con mis deseos”, pero recalcó que en climas violentos la construcción de moralidad o albedrío es un desafío. 

Entre los casos que ha conocido a lo largo de su investigación, se ha encontrado con situaciones tan extremas como niños que han asesinado a otras personas o que han estado insertos en espirales de violencia de larga data. En base a las pautas de comportamiento que desarrollan en situaciones puntuales, Wainryb explica que se han podido definir tres interpretaciones conflictivas en términos de moralidad. 

La primera es llamada “Numb”, es decir, insensibilidad y se puede encontrar en menores que viven en conflictos armados, tal como ocurre en Colombia, donde un joven de 14 años relató que había matado a un policía por orden de la guerrilla. Sin embargo, no mostraba conexión sentimental con este hecho y sólo se limitaba a describir la acción. “Típico de situaciones extremas”, apuntó Wainryb.

Por otro lado, está el modelo de “Imbalanced agency”, correspondiente a un comportamiento polarizado, que se da mayoritariamente  a nivel de grupo. Para explicar esta conducta, la psicóloga se refirió al caso de una tribu en Papúa Nueva Guinea que comenzó a quemar las viviendas de una tribu vecina a raíz de un episodio de violación a una joven. 

Mientras, el tercer tipo de conducta es la de “Rigidified agency” o comportamiento frío, ejemplificado con el caso de un niño colombiano que descuartizó a un paramilitar que había participado en el asesinato de sus primos. “Si bien él asumió que lo hizo por rabia o por deseo de venganza, plantea que no tuvo otra opción”, puntualiza la especialista.

En estos casos, expone la académica, se percibe una desconexión moral, además de ausencia de compromiso y dificultades al momento de construir un sentido de bien y mal. Por otro lado, esto se ve potenciado cuando hay formas extremas de daño e injusticia; discursos de guerra; y adultos ausentes. El desafío entonces  será ayudar a los niños a reconstruir un significado de sus experiencias complejas a través de nuevos puntos de vista, “reconstruir historias y crear diferentes significados”, mientras que el aprendizaje estará alineado con la idea de “perdonarse a sí mismo y aprender para el futuro” y luego, poder alcanzar la resiliencia.

 

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Violeta Bustos Vaccia, periodista, vsbustos@uc.cl


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