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Publican investigación sobre los aspectos clínicos del hantavirus


Los hantavirus causan dos enfermedades humanas: la fiebre hemorrágica con síndrome renal (HFRS) y el síndrome pulmonar por hantavirus (HCPS). La transmisión a humanos es una zoonosis y ocurre por exposición a roedores infectados en áreas endémicas.

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photo_camera La enfermedad causada por hantavirus o hantavirosis surgió en Chile a mediados de la década del 90 y desde entonces ha evolucionado como un problema inicialmente emergente y actualmente endémico de salud pública.. Créditos: Marcela Ferrés.

Las académicas del Departamento de Enfermedades Infeccionas e Inmunología Pediátrica, de la Escuela de Medicina UC, Marcela Ferrés y Nicole Le Corre publicaron en la revista científica The Lancet Infectious Diseases aportes de la investigación en Chile. El artículo lleva por título “Hantavirus en humanos: revisión de aspectos clínicos y manejo” y fue escrito en colaboración con destacados investigadores nacionales e internacionales en hantavirus liderados por el Pablo Vial de la CAS-UDD de Chile.

Los hantavirus son virus zoonóticos, es decir, una infección que ha pasado de un animal a humanos con una distribución mundial. Los virus causan dos enfermedades graves en humanos: fiebre hemorrágica con síndrome renal (HFRS) en Europa y Asia, y síndrome cardiopulmonar por hantavirus (HCPS), en las Américas. En etapa inicial ambos cuadros clínicos presentan sintomatología similar, como fiebre, cefalea, dolores musculares especialmente en los muslos, caderas, y espalda. Sin embargo, los virus asociados a la infección en América tienen como órgano blanco el pulmón y corazón.

La fiebre hemorrágica con compromiso renal se observa de preferencia en algunos países europeos como Suecia, Finlandia, Alemania y Rusia. En localidades asiáticas como China y Corea la sintomatología puede comprometer el riñón, pudiendo provocar una insuficiencia renal severa variable y reversible.

Respecto de la letalidad, esta es variable dependiendo del virus. En el continente americano hay tres virus que presentan la mayor letalidad: el virus Sin Nombre (SNV) de EE.UU., el virus Andes (ANDV) de Chile, y el sur de Argentina y, el virus Araraquara (ARAV) del sur de Brasil, en estos casos, la tasa de mortalidad entre los afectados es de 30-40%.

En el caso de las fiebres hemorrágicas con compromiso renal, la gran mayoría de los infectados cursa con una infección asintomática o con pocos síntomas. La letalidad estimada entre los que se diagnostican es menos de 1%, salvo las infecciones causadas por el virus Dobrava del sudeste de Europa que reporta una letalidad del 10%.

“Los afectados tienen mejor sobrevida cuando reciben en forma precoz los cuidados de la medicina intensiva" - Marcela Ferrés, académica Escuela de Medicina

El hantavirus en Chile

Marcela Ferrés, académica y jefa del Departamento de Enfermedades Infeccionas e Inmunología Pediátrica de la Escuela de Medicina UC. Créditos: Karina Fuenzalida.

La enfermedad causada por hantavirus o hantavirosis surgió en Chile a mediados de la década del 90 y desde entonces ha evolucionado como un problema inicialmente emergente y actualmente endémico de salud pública.

En el año 1995, se detectaron los primeros casos de hantavirus en el territorio chileno. El síndrome cardiopulmonar por hantavirus (SCPH) es una zoonosis viral transmitida al ser humano por roedores silvestres, que para Chile es el Oligoryzomys longicaudatus (ratón de cola larga). En el país, la enfermedad es endémica, con una presentación de tipo estacional en primavera-verano, los casos se concentran durante los noviembre y marzo.

La incidencia de Síndrome Cardiopulmonar por Hantavirus (SCPH) en Chile es baja, los casos anuales oscilan entre 30 a 90 los últimos cinco años. Pese a la gravedad de los casos, la búsqueda de una terapia o vacuna dista mucho en velocidad de lo que representó para el mundo lidiar con el SARS CoV-2.

“Desde que se conocieron los primeros casos, en reconocimiento precoz de los casos, en un manejo uniforme en las unidades de cuidados intensivos se evaluó que los corticoides en altas dosis tenían efecto real en disminuir la letalidad, pero investigadores universitarios chilenos -en conjunto con grupos ministeriales- descartaron la hipótesis. Posteriormente, se trabajó en la evaluación del uso precoz de plasma donado por pacientes convalecientes de esta enfermedad con esperanzadores resultados”, puntualizó Marcela Ferrés, académica y jefa del Departamento de Enfermedades Infecciosas e Inmunología Pediátricas.

La académica también puntualizó que en el año 2017 se decidió que, ante la sospecha del diagnóstico, los pacientes fueron derivados a centros terciarios con disponibilidad de ventilación mecánica y circulación extracorpórea. “Los afectados tienen mejor sobrevida cuando reciben en forma precoz los cuidados de la medicina intensiva, incluidas las unidades con acceso a oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO, por sus siglas en inglés) para el síndrome cardiopulmonar por hantavirus (HCPS) que una UCI les pueda ofrecer”, señaló la investigadora.

Actualmente, se está trabajando en la elaboración de un “equivalente artificial del plasma inmune”, los anticuerpos poli o monoclonal contra el Andes virus (ANDV) para ser infundido en forma precoz a los casos y, eventualmente, usarlos previo estudio de seguridad y eficacia, a sujetos en alto riesgo de desarrollar la infección. Estos podrían ser los contactos cercanos de los casos de ANDV, el único virus que, además de contraerlo en el ambiente del ratón colilarga, se puede adquirir desde un enfermo a contacto que lo cuida y tiene gran cercanía son sus fluidos como la saliva, en la fase final de la incubación del virus y el inicio de la enfermedad sintomática.

El equipo de trabajo que ha participado en el estudio de esta infección emergente está conformado desde la UC por la bioquímica y magíster en epidemiología, Constanza Martínez Valdebenito, la enfermera magíster en epidemiología Carolina Henríquez y Jenniffer Angulo, viróloga. La investigación se ha desarrollado a lo largo de todo Chile y los ensayos virológicos se han realizado en el Centro de Investigaciones Médicas y el laboratorio de Bioseguridad Nivel 3 de la escuela de medicina. En la actualidad cuenta con financiamiento.

Más información, ver aquí.


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