Los riesgos de acelerar la mejora de la especie humana propuesta por el transhumanismo
Dimensiones de la bioética, biopolítica y bioeconomía exploradas por el académico de la Universidad de Chile en su reciente ponencia del Ciclo de Conferencias en Éticas Aplicas UC sustentan su advertencia acerca de los peligros asociados al movimiento transhumanista, que lejos de ser futuro ya son parte del presente.
Raúl Villarroel, académico e investigador del Departamento de Filosofía y del Centro de Estudios en Ética Aplicada de la Universidad de Chile, profundizó en su conferencia “Consideraciones bioéticas y biopolíticas acerca del transhumanismo y una posible experiencia posthumana” sobre los desafíos y riesgos que plantea a la humanidad el programa transhumanista.
Según Villarroel, el movimiento transhumanista propone pensar el futuro de la humanidad apoyados en la premisa de que “la especie humana, en su forma actual, no representa la culminación de un desarrollo, sino una fase comparativamente temprana”. El transhumanismo postula acelerar la evolución humana a través de medios tecnológicos con el fin de “mejorar de modo fundamental la condición humana en lo que refiere a capacidades intelectuales, físicas y psicológicas”.
El académico destacó que, desde la perspectiva transhumanista, la naturaleza humana “es una suerte de trabajo en progreso”. La idea central que sostiene este movimiento es el enhancement, es decir, la creencia de que “los seres humanos pueden alcanzar capacidades mucho más altas de las que tienen en la actualidad”, explicó.
Desde la perspectiva transhumanista, la naturaleza humana “es una suerte de trabajo en progreso” - Raúl Villarroel, académico
En ese sentido, para el transhumanismo, el avance y uso tecnológico no se promueve como una herramienta para superar dolencias de las personas, como sí hace, por ejemplo, un tratamiento médico. Esta propuesta aboga por un mejoramiento de la raza. No se conforma con operar como un proceso terapéutico, sino que pretende “acceder al nivel de la perfección humana”, enfatizó Villarroel y aseguró que en ello radican los conflictos morales que genera. El individuo “post-humano” que resultaría de este proceso, según el profesor, “tendría capacidades básicas que exceden radicalmente a las de los humanos hoy, al punto de que ya no podrán ser calificados como meramente humanos de acuerdo a nuestras actuales maneras de comprender la vida”.
Descrito este escenario, Villarroel se formuló una pregunta moral esencial que el programa transhumanista no responde: “¿mejorar para qué?”.
El individuo “post-humano” que resultaría de este proceso, “tendría capacidades básicas que exceden radicalmente a las de los humanos hoy, al punto de que ya no podrán ser calificados como meramente humanos de acuerdo a nuestras actuales maneras de comprender la vida” - Raúl Villarroel, académico
Paulina Ramos, profesora de la Facultad de Medicina e investigadora del Centro de Bioética UC, comentó la ponencia destacando que esta aceleración de la evolución humana representa “una evolución dirigida, que por ello puede tener saltos cualitativos”. Fue enfática en decir que cuando hablamos de estos futuros individuos, estamos hablando de “máquinas producidas por seres humanos, más que de humanos engendrados”, y que se trata de una intervención directa en el proceso evolutivo.
Cuando hablamos de estos futuros individuos, estamos hablando de “máquinas producidas por seres humanos, más que de humanos engendrados” - Paulina Ramos, académica
Villarroel también relevó los riesgos asociados a conflictos éticos del transhumanismo, que refieren a “la posibilidad de que las tecnologías de mejoramiento humano puedan deshumanizar a las personas” y socavar algo tan fundamental como la dignidad humana. El ser humano degradado puede convertirse en un daño para sí mismo y también, en palabras de Villarroel, “convertirse en una amenaza para los actuales individuos, porque estos seres humanos mejorados y perfeccionados, por vía de las implementaciones tecnológicas, podrían querer establecer un dominio y una supremacía”, que engendraría espacios de injusticia.
Considerando la dimensión bioecónomica, la profesora Ramos afirmó que “urge evitar que el mejoramiento sea sólo para personas con recursos” y no acentuar desigualdades ya existentes. Sostuvo que “una biotecnología sin control político, jurídico y ético no puede garantizar la misma oportunidad genética de la que sí dispondrían personas socialmente afortunadas”. La académica concluyó que es necesario dirigir este progreso científico-tecnológico desde una concepción de comunidad de humanidad.
La siguiente conferencia será: "Responsabilidad: presupuesto y tarea de la práctica de la ética aplicada", con el profesor Tomás Domingo Moratalla, el martes 23 de noviembre a las 12:00 hrs.
Puede ver la ponencia en el canal de YouTube del ciclo de Éticas Aplicadas.