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Rector Sánchez escribió sobre inclusión en Educación Superior junto a rector de Duoc UC


Los rectores declararon que los roles de los egresados universitarios y de la educación técnico-profesional son complementarios y ambos se requieren desarrollar y promover en nuestro país.

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photo_camera Archivo UC

Ignacio Sánchez, rector de la Universidad Católica, en conjunto con Ricardo Paredes, rector de Duoc UC, escribieron una columna titulada “Hacia una verdadera inclusión en Educación Superior”. En ella señalaron: “Las instituciones de educación superior (ES) se enriquecen con la diversidad de estudiantes, los que aportan desde sus propias características a la formación de un proyecto común. De esta manera, las diferentes miradas colaboran a construir un proyecto más completo y conectado con la realidad del país. La inclusión social de grupos tradicionalmente postergados en la ES nos presenta un desafío ético y moral, y se relaciona con la esencia de la calidad. Progresivamente, los rankings internacionales de calidad de instituciones de ES han ido incorporando variables asociadas a la inclusión, como presencia de alumnos con necesidades especiales, financiamiento estudiantil a los alumnos de menores recursos, presencia de estudiantes indígenas, migrantes, diversidad en diferentes ámbitos, etc”.

Los académicos expresaron: “Debido a lo descrito, las instituciones de alta calidad han desarrollado interesantes programas para incentivar de manera activa la inclusión, por lo que hoy tienen una trayectoria que puede demostrar programas estructurados de inclusión, los que trascienden las becas de excelencia o de apoyo económico. En este orden, programas como Talento e Inclusión (UC), Propedéutico (USACH), Sistema de Ingreso Prioritario de Equidad Educativa (UCH) y otros han permitido abarcar un grupo creciente de estudiantes talentosos, que por falta de oportunidades y una educación escolar adecuada, requieren métodos de detección de sus talentos no capturados en pruebas estandarizadas, como la PSU y otras de apoyos complementarios. Sin embargo, la profundidad y rapidez de la implementación de estos programas se ha encontrado con dos dificultades mayores. Primero, la estratificación y brechas de la calidad escolar, lo que implica que un número significativo de alumnos no tengan los conocimientos mínimos para tener éxito en la ES, particularmente de las universidades de más selectividad académica. En segundo lugar, la carencia de recursos de las propias instituciones para implementar un acompañamiento apropiado, impide avanzar en las tasas de titulación y disminuir la importante deserción que se ve en nuestro sistema”.

Según escribieron, en este contexto, la política pública de inclusión tiene el mayor sentido. Dar más facilidades, aportar recursos, promover criterios de mayor inclusividad para la selección y admisión de los estudiantes de ES, como es el uso del ranking y programas de admisión especial con aportes del Estado, representan medios virtuosos. “Pero estos programas no son suficientes, hay que profundizarlos. La política pública debe evitar dos riesgos evidentes que se han postulado en las propuestas de la reforma de ES: i) exigir niveles de inclusión arbitrarios, implementados en un plazo muy breve, en un ámbito restringido, que pudieran agravar la deserción y llevar a un problema mayor, y ii) fomentar la inclusión solo a través de la educación universitaria. Este segundo riesgo, menos patente, surge de visualizar a la ES como un compartimiento estanco y no como lo que es: una etapa de gran desarrollo personal, apoyado por una comunidad a la que se llega legítimamente por diferentes caminos, y la que se expresa como un aporte diverso al desarrollo del país. Generar una nueva discriminación positiva exclusivamente para la educación universitaria, remarca un carácter elitista y sugiere de forma equívoca, que sólo este es el camino promisorio para progresar”, destacaron.

“Cuando la ES la visualizamos como un todo integrado, donde las vocaciones diferenciadas invitan a un camino técnico profesional tan válido como el universitario, la inclusión toma una dimensión que trasciende la carrera, el aula e incluso el campus de la institución. Los roles de los egresados universitarios y de la educación técnico-profesional son complementarios y ambos se requieren desarrollar y promover en nuestro país. Visualizamos la educación universitaria y la investigación científica, como la primera capa de desarrollo del conocimiento. La formación técnica, por su parte, como el medio para llevar a la empresa, particularmente la de tamaño medio, los desarrollos más sofisticados y que actualmente tienen poco aterrizaje en el mayor campo laboral y generador de riqueza en nuestro país. La vinculación entre ambos tipos de formación hace de la vinculación entre la UC y el DuocUC se constituya en un poderoso e innovador laboratorio de inclusión global para el mejor desarrollo del país”, concluyeron los rectores.

Lea la columna de El Mercurio.

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA
Virginia Soto-Aguilar C., periodista, msotoagu@uc.cl


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