Un tercio de las personas mayores sin educación formal vive en situación de dependencia
En este nuevo reporte se estudia cómo es en Chile la dependencia de quienes tienen más de 60 años de edad, y cómo la llegada de la pandemia aumentó las desigualdades en la vejez, incrementando los pronósticos de dependencia a futuro.
Desde el origen del Observatorio del Envejecimiento UC para un Chile Confuturo, creado en 2020, la pregunta central ha sido: ¿está el país preparado para envejecer? ¿qué factores y características inciden en esa calidad de vida durante la vejez? Con ese enfoque es que llega el último estudio de este observatorio, el cuál examinó el grado de dependencia que tienen las personas mayores, encontrando que quienes cuentan con menos educación son más dependientes a lo largo de los años.
Según la Organización Mundial de la Salud, la dependencia ocurre cuando las personas no son capaces de desempeñar por sí mismas las actividades de su vida cotidiana y deben requerir apoyo de otras personas para realizarlas. Pero no es que la dependencia sea algo que siempre va unido a la vejez. Comúnmente se piensa que se trata de una condición física o problemas de salud, pero en realidad este grado de dependencia se vincula más con una problemática de carácter social, según se indica el estudio.
Hoy en Chile un 12% de las personas son del segmento 60+ y se pronostica que al 2050 este porcentaje alcanzará el 30%.
Los antecedentes proyectados por el reporten muestran que, mientras solo el 5% de las personas 60+ con estudios universitarios son dependientes, el 32% sin educación formal se encuentra en situación de dependencia. La diferencia existente entre quienes tienen estudios superiores y aquellos con educación básica y media/técnica también resulta relevante, presentando 12 y 6 puntos porcentuales de diferencia respectivamente.
Entre los otros factores que impactan esta etapa de la vida, resulta determinante que la persona viva en zonas rurales, donde suelen haber mayores índices de pobreza y más habitantes sobre las seis décadas de edad. Actualmente Ñuble es la región con el nivel más alto de población rural (30,6%) y de población envejecida (22,6%), y es la que tiene la tasa más elevada de personas 60+ dependientes (20%). Le siguen las regiones del Maule y Valparaíso con un 17%; La Araucanía con 16% y Los Lagos con 15%. Todas ellas superan el 20% de población 60+ y 26% de población rural, con excepción de Valparaíso (9%). No obstante, esta región es la que presenta la proporción más elevada de población 60+ del país (23,3%).
También juega un papel clave el factor de género, con el 17% de las mujeres 60+ presentando algún grado de dependencia, versus un 11% de los hombres en este tango etario.
“Las mujeres tienen a lo largo del curso de la vida una serie de desventajas en comparación con los hombres, que van haciendo que la dependencia en la vejez tenga cara femenina. Estas desventajas se ven en términos económicos, en no poder acceder al mercado laboral, tener baja escolaridad y en que viven más, todo se suma”, dice María Beatriz Fernández, integrante del Centro de Estudios de Vejez y Envejecimiento (CEVE-UC) y del Instituto MiCare.
Actualmente Ñuble es la región con el nivel más alto de población rural (30,6%) y de población envejecida (22,6%), y es la que tiene la tasa más elevada de personas 60+ dependientes (20%).
A lo anterior se suma que las tareas de cuidado recaen en mayor medida en las mujeres, por lo que se habla de una feminización del cuidado. Mientras que el 28% de los resguardos entregados a personas 60+ en situación de dependencia lo llevan a cabo hombres, el 72% lo realizan mujeres. Además, el 52,7% de personas mayores con algún grado de dependencia son asistidos por un integrante del hogar y sólo un 16,5% corresponde a personas externas. El 26,8% son cuidados tanto por personas que integran el hogar como por personas externas y de este último grupo, solo el 10% es remunerado.
Además, según el reporte del Observatorio del Envejecimiento, con la llegada de la pandemia se acentuaron estas desigualdades, perjudicando la calidad de vida de estos grupos e incrementando sus pronósticos de dependencia a futuro.
“Los cuidados también han experimentado un cambio por el aumento en la longevidad. Antiguamente, las cuidadoras eran las esposas, pero hoy estamos viendo que hay hijas mayores de 60 que están cuidando a sus padres más envejecidos, entonces el grupo de mujeres mayores que están cuidando a alguien ha aumentado enormemente, a pesar de que a su vez también son personas con fragilidades, enfermedades crónicas e incluso limitaciones físicas”, dice Susana González, geropsiquiatra e integrante del CEVE-UC y del Consejo Consultivo del Observatorio del Envejecimiento UC-Confuturo.
Frente a esta problemática, las y los expertos en envejecimiento refuerzan la importancia de avanzar hacia una sociedad más inclusiva, que garantice la participación de las personas mayores, pero también un mejor acceso a salud, educación, infraestructura y seguridad social.
En diferentes países se han establecido Sistemas Nacionales de Cuidados (SNC) y actualmente en Chile hay propuestas en esa línea, lo que cobra mayor relevancia si se considera que hoy en Chile un 12% de las personas son del segmento 60+ y se pronostica que al 2050 este porcentaje alcanzará el 30%, con una esperanza de vida de 83 años para las mujeres y de 77 años para los hombres.