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Un zoom a los factores que influyen en las brechas de género


¿A qué edad comienzan a diferenciarse las oportunidades para hombres y mujeres? o ¿cómo afectan las construcciones culturales en el desempeño académico? Son algunas de las preguntas que se plantearon académicos del Centro UC Encuestas y Estudios Longitudinales, quienes este semestre dieron a conocer resultados sobre los elementos que influyen en esta disparidad.

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photo_camera Archivo UC

A lo largo de la vida, hombre y mujeres enfrentan escenarios dispares. Al menos entre el nacimiento y los cinco años de edad no se presentan mayores diferencias, sin embargo al momento de enfrentarse al contexto educativo comienzan a surgir algunas brechas notorias. En términos de la trayectoria completa es posible afirmar que mientras las niñas tienen un mejor desempeño escolar, los niños registran mejores resultados PSU.

La anterior es sólo una de las observaciones expuestas por académicos del Centro UC Encuestas y Estudios Longitudinales, quienes este semestre dieron a conocer un profundo estudio sobre el tema.

Para las investigadoras a cargo, la socióloga Eileen Hughes y la economista Javiera Vásquez, en esta primera etapa son múltiples los factores que inciden en las brechas educativas, por ejemplo ciertos estereotipos, que por ejemplo, influirían a la hora de que los hombres presentan mejores resultados en matemáticas y las mujeres en lenguaje.

Estas brechas, según el estudio, se potencian y acentúan a medida que avanza la vida y se manifiestan en múltiples ámbitos, por ejemplo, a nivel universitario, salarial y también en el sistema de pensiones.

Para graficar ciertas diferencias: al cuarto año tras la titulación -considerando 15 carreras-, ellas ganan $1.142.000, mientras que ellos $1.611.000; al mismo tiempo se estima que las jubilaciones por retiro programado alcanzan las 5,99 UF para los hombres y 3,84 UF para las mujeres. 

El director del centro, David Bravo, por su parte, manifiesta que el interés del centro a la hora de realizar este estudio es “generar una conversación que apunte a definir porqué existen estas brechas a lo largo de la vida, pues no debiéramos esperar que haya diferencias entre hombres y mujeres. La idea es contribuir a generar públicas orientadas a emparejar la cancha entre ambos sexos”.

-A nivel académico muchas veces se habla de la feminización o masculinización de las carreras ¿De qué manera pueden aportar a emparejar la cancha las universidades? ¿Cuál podría ser el rol de la UC para comenzar a cambiar este panorama?

EH: Cuando una persona ya entró a la universidad no hay mucho qué hacer. Pero por ejemplo, la universidad podría contemplar políticas de difusión en colegios mixtos, en la educación media, para proponer diferentes modelos de carreras para mujeres. Sobre todo mujeres, porque los hombres están más integrados. Ir a colegios con talleres de orientación hacia carreras más matemáticas, científicas y tecnológicas podría ser una buena medida y de hecho, hemos conversado como equipo hacer talleres o charlas en este sentido.

DB: El solo hecho de que estemos preocupados de esto, es una manera en que la universidad contribuye a este tema. A nivel de profesores o cuerpo docente también puede reflexionarse. Nos gustaría que tanto en las universidades como en la sociedad, existiera una discusión para avanzar hacia una mayor igualdad de género y eso podría requerir algunas políticas especiales, tal como hemos estado haciendo como universidad al crear políticas de inclusión estudiantil.

 

-Las niñas tienen mejor desempeño escolar, pero peores resultados en la PSU ¿Cómo se inserta Chile en este ámbito respecto de otros países?

JV: En general, en pruebas estandarizadas tiende a haber cierto sesgo de que a los hombres les va mejor en matemáticas y a las mujeres en lenguaje, pero el rendimiento femenino es mejor en general. Sin embargo hay países donde hombres y mujeres rinden exactamente igual, entonces la hipótesis es que hay un tema de educación o cultural, más que esto sea una realidad generalizada.

DB: Los datos muestran que esas diferencias realmente se empiezan a hacer evidentes solo después de cuarto básico, lo que quiere decir que probablemente hay un elemento cultural. Siempre es mucho más fácil echarle la culpa a otros: al colegio, a la PSU. Se ha dicho que la PSU tiene un sesgo, cosa que las estadísticas no muestran. Pero en otros países se encuentran resultados mixtos, así que más que echarle la culpa al instrumento, quizás tenemos mucho que ver nosotros y nuestra familia, como sociedad.

 

- En otros ámbitos, cuando se habla de brechas o desigualdad se suele apelar a la sociedad civil ¿De qué manera se podría contribuir en este sentido?

DB: Es importante porque por un lado está el Estado y se acostumbra que el Estado resuelva los problemas, pero la sociedad civil organiza y tiene un enorme potencial para responder cuestiones de política social; por otro lado, está la familia. En Chile a nivel estatal está el Sernam, que se ha erigido como una entidad para promover igualdad de género. Pero creo que cada vez deberíamos avanzar hacia algo más transversal. Lo que tenemos son entidades que han hecho trabajos de difusión, pero tienen un patrón: mujeres que hablan temas de mujeres, como si sólo fuera un problema de mujeres. La labor que han hecho es importante, pero el que mantengamos que es sólo un tema de las mujeres le hace daño al tema. Necesitamos que nuestros hijos estén educados en un contexto más igualitario y por lo tanto, probablemente necesitamos avanzar hacia entidades de la sociedad civil. Lo razonable sería encontrar una entidad que trabaje por el tema de la igualdad de género y no necesariamente dirigida por una mujer. No podemos replicar el mismo patrón, pues es necesario hacer un trabajo más integrado. En el Estado esto no está ocurriendo y en el área civil tampoco, versus otras áreas como la pobreza.

 

- ¿Existen factores fundamentales que potencien estas brechas? Es decir, ¿Se podrían identificar pilares fundamentales en la sociedad que estimulen estas diferencias?

DB: Parte del problema de esto es que tenemos que seccionar el conflicto de alguna manera. El objetivo de este trabajo ha sido motivar la investigación futura. Hemos estado siguiendo a niños entre 0 y 5 años y nuestro objetivo es ver cómo funciona esa brecha. Hemos medido sus niveles de desarrollo en una etapa en que las brechas no se evidencian. Queremos dimensionar cuándo pasa eso, los factores explicativos. Pero no necesariamente se trata de que sea la edad en que entran al colegio. Por ejemplo, cuando trabajamos en la comisión de pensiones, identificamos que las brecha entre hombres y mujeres se abren mucho más, entonces hay aspectos propios del sistema previsional.

EH: es multidimensional y ocurre a nivel nacional. Pero no podemos atacar una sola dimensión y uno lo ve en este tipo de discusiones.

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Violeta Bustos, periodista, vsbustos@uc.cl


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