Verónica García-Huidobro: El poder educativo del teatro

«No tengo noción de haber podido elegir otra cosa que ser actriz», dice con pudor Verónica García-Huidobro Valdés (54), profesora de la Escuela de Teatro y pionera en impulsar la pedagogía teatral en Chile. Esta artista no quiere repetir el típico discurso idealizado sobre la vocación. Pero su historia es así. Está teñida por una pasión que le cuesta confesar. «Siempre estuve arriba del escenario, desde que tengo uso de razón, desde que existo», afirma al recordar esas vacaciones de su infancia. Por años montó junto a sus primos espectáculos de fin de verano dedicados a su abuelo materno que incluían personajes, escenarios, iluminación, vestuarios, textos y extensas jornadas de ensayo. 

Esos eventos marcaron el inicio de sus relaciones con la teatralidad. Pero lo que anticipó el rumbo pedagógico de su carrera ocurrió en I medio, cuando su profesora de Biología enseñó al curso las partes de la célula con una representación. Jugando con sus compañeras, Verónica imaginó distintas formas para explicar qué era una mitocondria, pero también comprendió que a través del teatro se podía aprender. Llevó a la práctica esa convicción en 1982, cuando hizo un taller de teatro para quinto y sexto básico en la Escuela Experimental B-65 de La Reina. Entonces, esos extra programáticos eran prácticamente inéditos.

Gracias a esa experiencia, Verónica se perfiló como educadora, haciendo realidad las predicciones de su papá. Junto a su destacada trayectoria como actriz -ha participado en obras emblemáticas del teatro chileno contemporáneo-  desarrolló una metodología activa para esta disciplina naciente y la difundió por todo el país. Creó el ramo de Pedagogía Teatral y lo impartió en varias casas de estudios. Publicó textos especializados en 1996 y 2004 y en 2001 fundó el Diplomado en Pedagogía Teatral en la UC, que hasta ahora dirige. Paralelamente, incursionó en la dirección teatral y en 1993 gestó la Compañía La Balanza, que relaciona el teatro y la educación mediante atractivos montajes y acciones de perfeccionamiento docente. 

“Nada de lo que he hecho en educación podría haber sido sin mi obsesión por el teatro. Y mi mayor satisfacción, ya sea como actriz, como pedagoga, como directora o como gestora, es hacer el puente entre mi arte -que es esta magia del teatro- y la sociedad. Que las personas entiendan el aporte que hacen las artes a su vida”. 

En este momento, la académica está entregando ese mensaje al representar a la Facultad de Artes en el Centro UC Síndrome de Down. “Existo en el mundo de la diferencia desde que empecé mi trabajo educativo, porque es súper importante que las artes estén presentes. Permiten desarrollar habilidades y destrezas expresivas que sólo desde el lado cognitivo no se pueden manifestar”. Desde allí ha organizado distintas actividades, como el taller de teatro para que los niños desarrollen habilidades sociales que imparte junto a Víctor Romero. “Me encanta ser actriz, pero lo pedagógico viene de una vocación que es más social. Así logro comprender por qué estoy aquí. Mi motor es el sentido social del teatro”.

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Constanza Flores L., cmflores@uc.cl