Más de 60 mil personas participan de consultas ciudadanas de "Tenemos que hablar de Chile"
En la actual etapa del proyecto impulsado por la UC –a través de su Centro de Políticas Públicas– y la Universidad de Chile, y que busca ayudar a trazar una hoja de ruta en conjunto para definir el futuro del país, el foco está puesto en generar un espacio de encuentro donde las personas puedan participar como protagonistas activos. El siguiente paso será sistematizar y analizar las miles de opiniones y respuestas surgidas en torno a diversos temas sociales.
En medio de la incertidumbre que genera la pandemia del covid-19, sumado a las demandas e inquietudes que surgieron tras el estallido social, la plataforma Tenemos que hablar de Chile ha buscado ser un espacio donde todos y todas quienes se sientan parte de Chile puedan conversar sobre qué elementos del país se pueden mejorar o mantener, y cómo hacerlo.
La iniciativa que se ha realizado entre los meses de junio y noviembre, ha contado con tres mecanismos de participación, donde hasta la fecha ya han participado más de 60 mil personas, en más de 320 comunas del país. La metodología y sistematización fue creada en conjunto por el Instituto de Argumentación de la Universidad de Chile y el Laboratorio de Innovación Pública UC (LIP).
Chile a Escala, proceso que ha buscado congregar a 1 de cada 1.000 habitantes, y así registrar y representar de la forma más rigurosa posible lo que ocurriría si todo el país fuera parte de una gran conversación a través de videollamadas, se sumó a las conversaciones digitales y las consultas ciudadanas, los otros dos mecanismos de participación que ya tiene la plataforma.
"Intentamos generar conversaciones que junten a personas de distintas regiones, edades, géneros e historias, en una participación horizontal". – Valentina Rosas, subdirectora del proyecto
Participación ciudadana
La metodología, a cargo del Laboratorio de Innovación Pública UC (LIP), fue realizada con una lógica de reconocer divergencias y ayudar a lograr convergencias. “El principal desafío de procesos de diálogos digitales es lograr incluir a los sectores de la sociedad que generalmente se quedan fuera de estos mecanismos. Hemos hecho un gran esfuerzo de llegar a un grupo de personas que represente razonablemente la diversidad de nuestro país”, afirma Cristóbal Tello, director del LIP.
Una vez finalizadas todas las etapas de participación que se extenderán hasta noviembre de este año, se espera tener los resultados de todos los procesos durante el primer semestre de 2021. Estos serán sistematizados por el Instituto de Argumentación de la Universidad de Chile y plasmados en una serie de documentos que serán entregados a las autoridades, parlamentarios y opinión pública. Así, por los distintos temas que surjan, se formarán mesas compuestas por expertos y expertas en el área. Las ideas que emanen serán convertidas en propuestas concretas y, de ese modo, poder incidir en la discusión y diseño de políticas públicas.
"Si bien al inicio no estabamos seguros si las personas iban a estar realmente interesadas en participar de conversaciones de cerca de dos horas con absolutos desconocidos –para compartir sus opiniones politicas, demandas sociales y visiones de país–, hemos visto cómo muchos se suman a esta iniciativa", comenta Valentina Rosas, subdirectora de Tenemos que hablar de Chile. "Lo digital es una barrera para muchos, pero al menos nos permite mirarnos cara a cara y, sobre todo, reunir en una conversación común a personas de cada extremo del país. Así, intentamos generar conversaciones que junten a personas de distintas regiones, edades, géneros e historias, en una participación horizontal", explica.
Los temas han surgido directamente desde los participantes, por lo que a la fecha ya son muchos y muy variados. Estos no se abordan desde una mirada académica, sino que desde la experiencia misma de los participantes. Valentina Rosas explica que con esto se quiere "rescatar sus propias historias de vida, el efecto de escuchar las de otros y el proceso de cómo estas se entrelazan para generar una mirada de país. Algunos grupos optan por conversar sobre aquellos temas más contingentes y estructurales, como la constitución o el sistema de pensiones, sin embargo, otros optan por algunos más particulares como la valoración de los bomberos o la soledad de los adultos mayores".
Entendiendo que hay un compromiso con todas las personas que participan de este proceso, el resultado de la sistematización se hará llegar a todos los participantes, y se desarrollarán mesas de trabajo para avanzar en propuestas lo más concretas posibles, pero que deriven directamente de estas miles de conversaciones.